viernes, 11 de junio de 2010

Origen de la leyenda

El mito empezó en el año 1530 en los Andes de lo que hoy es Colombia, donde el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada encontró por primera vez a los muiscas, una nación en lo que actualmente se conoce como el Altiplano Cundiboyacense. La historia de los rituales muiscas fue llevada a Quito por los hombres de Sebastián de Benalcázar; mezclada con otros rumores, se formó allí la leyenda de El dorado, «el hombre dorado», «el indio dorado», «el rey dorado». Imaginado como un lugar, El Dorado llegó a ser un reino, un imperio, la ciudad de este rey legendario.

En busca de este reino legendario, Francisco de Orellana y Gonzalo Pizarro partieron de Quito en 1541 hacia el Amazonas en una de las más fatídicas y famosas expediciones para encontrar El Dorado.

Hay otra leyenda acerca del Dorado que cuenta que en la época de Tahuantinsuyo, cuando los incas se enteraron que Atahualpa había sido asesinado por los conquistadores, a pesar de que continuaban llegando a Cajamarca cientos de indìgenas cargados con oro y plata para pagar su rescate, Rumiñahui, uno de sus principales generales, decidió esconder todo el oro de la ciudad acompañado de al menos mil incas. La leyenda no dice exactamente dónde se escondió el oro, pero muchas personas piensan que el oro se escondió en el fondo del lago Titicaca,o en los llanganatis ecuatorianos. Desde el siglo XVIII se adelantaron expediciones para buscar el tesoro de los incas en la abrupta e inhóspita zona de la cordillera de los Andes conocida como "Llanganates" (una parte de la cual forma parte de una reserva natural), todas con resultados oficialmente inútiles y trágicos por la pérdida de vidas.